Los pasillos naturales que permitieron la comunicación, primero por los animales y, hace aproximadamente 600.000 años, por los primeros seres humanos, que utilizaron los márgenes de los ríos Guadalteba y Turón para sobrevivir, fueron las grandes llanuras de la Depresión de Antequera-Fuente de Piedra y los Puertos de Montaña de la zona de El Chorro-Alcaparaín. Éstos han sido las puertas de entrada y salida del ser humano, desde la prehistoria hasta la actualidad.
Las sociedades de cazadores-recolectores paleolíticos han quedado reflejadas en numerosos lugares como las terrazas y graveras de los ríos, entre las que destacamos la del Guadalteba a su paso por el Parque Guadalteba en Campillos. Sin embargo, en el caso de la Cueva de Ardales, los cazadores paleolíticos dejaron una magnífica colección de su Arte, con una antigüedad de unos 20.000 años; los animales, signos y manos en negativo de esos artistas son el mejor testimonio de nuestra primera cultura.
Las tribus campesinas del Neolítico a la Edad del Bronce ocupan por primera vez de forma estable este territorio hace unos 8.000 años, los pastores y primeros agricultores viven estacionalmente en cuevas y aldeas al aire libre. Entre las primeras cabe destacar la de Las Palomas en Teba, la Sima de Los Murciélagos en Carratraca y las galerías superiores de la Cueva de Ardales, mientras que entre los yacimientos al aire libre habremos de citar las necrópolis de Las Aguilillas en Campillos y numerosas aldeas y poblados que son el origen urbano de nuestros propios pueblos hace 4.000 años.
En la Edad del Bronce nuestro territorio se convierte en un lugar fundamental para los contactos entre el Guadalquivir, las Béticas y el Mediterráneo. Los poblados se sitúan estratégicamente para controlar las rutas comerciales, como nos reflejan algunos casos en Almargen, Cuevas del Becerro o Ardales.
Las nuevas aportaciones fenicias transforman la visión de la economía, en la arquitectura, la metalurgia, etc., que, sin embargo, no llegan a transformar por completo los modos de vida autóctonos.
La época ibérica marca el desarrollo pleno de las sociedades indígenas, con sus grandes poblados fortificados como el de Los Castillejos de Teba, el Castillón de Campillos o la Peña de Ardales, entre otros. Son los núcleos de un sistema de control que, más tarde, aprovecharán los romanos para la implantación de un modo de producción esclavista. Los alrededores de Teba son de un enorme interés por la gran cantidad de yacimientos arqueológicos de esa época, añadiendo a los numerosos cortijos y hallazgos escultóricos de esta población el puente romano sobre el río Turón en Ardales.
LA ROMANIZACIÓN
Esta fase tiene en la comarca del Guadalteba su reflejo en numerosos yacimientos que muestran el éxito del proceso de romanización de la sociedad íbera.
Entre estos, destacar la ciudad de Flavia Sábora en Cañete la Real o el Cortijo del Tajo en Teba, controlando las producciones agricolas en la comarca y sus rutas hacia el Guadalquivir, el Genil y, como no, la costa malacitana.
Cabe citar también las numerosas villas existentes -pilar de la civilización romana-, las termas en Haza de Estepa y Cerro Sánchez en Sierra de Yeguas, el Tesorillo en Campillos, etc. y los hornos romanos de la villa de Casa de las Viñas en Cuevas del Becerro, donde se elaboraron ánforas destinadas a contener aceite.
El final de la antigüedad lo marcan las necrópolis de Eras y Plataforma de Peñarrubia en Parque Guadalteba, algunos de los mejores exponentes de este tránsito cultural.
LA EDAD MEDIA
La actual comarca del Guadalteba comienza a tomar forma propia durante la Edad Media. Gracias a que en nuestras montañas y valles los campesinos conservaron modos de vida y de pensamiento tardo-romanos, es decir, costumbres típicamente agrícolas y religión cristiana; los restos arqueológicos existentes en toda la comarca ponen en evidencia la existencia de una importante comunidad autóctona que son denominados por los invasores islámicos de la primera época como “mozárabes”. El todavía emirato cordobés tuvo que hacer frente a finales del siglo IX y principios del X a una de las revueltas más importantes de la historia de al-Andalus, enfrentamiento que tuvo su origen ideológico y estratégico en nuestra comarca y su capital en Bobastro.
Los numerosos restos arquitectónicos y arqueológicos mozárabes se reparten por todo el territorio de Guadalteba, alcanzando su plenitud artística en la zona arqueológica de Bobastro, donde se conserva un monasterio y su iglesia rupestre excavada en la montaña.
No podemos olvidar que de esta época altomedieval son las fortalezas originales de la Comarca Guadalteba: el Castillón de Bobastro, el Castillo de Canit en Cañete la Real y la Peña de Ardales.
Una vez apagada la revuelta el Califato de Córdoba y los reyes islámicos posteriores realizan un gran esfuerzo militar en la zona construyendo varias grandes fortalezas o reforzando las que hemos citado, entre las primeras los dos grandes castillos de La Estrella en Teba y Turón en Ardales, junto con los apoyos de Priego en Cañete la Real y Castillejos en Cuevas del Becerro, una red de fortificaciones que se ven acompañadas de numerosas explotaciones agrarias como las alquerías de Ortegícar en Cañete la Real, que conserva un magnífica torre y puente de esta época, o la de El Capellán en Ardales, con un original sistema de riego.
Las continuas guerras de frontera van castellanizando el territorio poco a poco a lo largo de más de un siglo, completándose su incorporación a la corona cristiana a finales del siglo XV.
EL VALOR DE LO PRÓXIMO
De los siglos posteriores conserva la Comarca Guadalteba una gran cantidad de grandes edificios religiosos, una magnífica colección de iglesias de variados estilos, sin que puedan destacarse unas sobre otras, ya que todas tienen elementos de interés y originalidad, afortunadamente, además, su relación con los pueblos las mantiene vivas y bien conservadas en líneas generales. También existió una red de conventos en el Guadalteba: los monjes franciscanos fundaron a lo largo de los siglos XVI y XVII comunidades religiosas en Cañete la Real, Teba y Ardales. Salvo el edificio de Teba, del que sólo se conserva la portada, los de Cañete la Real y Ardales, conservan restos arquitectónicos y artísticos de gran interés, mientras que en el de Ardales se sigue celebrando cultos religiosos.
Durante el siglo XVII se funda el convento de Carmelitas de Cañete la Real, comunidad de clausura que sigue vigente en la actualidad y que, por tanto, conserva el edificio y la iglesia conventual. Las monjas de este convento siguen cantando las misas y vendiendo repostería por medio del torno, único contacto con el exterior.
LA MODERNIDAD Y LA ARQUEOLOGÍA INDUSTRIAL
Durante los siglos XIX y XX, el campo fue perdiendo importancia social y económica. Son pocas las grandes obras que podemos citar, salvo el ferrocarril (que en el futuro deparará nuevas ofertas turísticas) o las obras hidraúlicas, que en la Comarca destacan en la zona de los Embalses del Guadalhorce, sobre todo por la emblemática presa de El Chorro y el Caminito del Rey; un complejo de grandes lagos artificiales que disfrutan los pueblos de Ardales, Campillos y Teba.